Después de la alarma de la “Tormenta Perfecta” (que en Torrelavega no pareció tan perfecta) amaneció un día impresionante que animaba a salir al más perezoso. Aún así, por distintas razones, tuvimos algunas bajas.
El circuito programado parte de El Paulinar, una minialdea de cuatro casas, situada a menos de tres kilómetros del pueblo de Saja y poco antes de llegar al Pozo del Amo. Hay que coger una desviación a la izquierda, debidamente señalada. Ahí dejamos los coches. Nos encontramos a 500 mts. de altitud.
La marcha discurre, en su primera mitad, por pista, toda ella en perfectas condiciones, muy tendida, al principio, para coger algo de pendiente, después de las primeras revueltas, pasar por tramos de descanso, y terminar nuevamente en ligera pendiente, hasta llegar a Braña Espina o La Espina. En casi todo el recorrido la pista se abre camino a través de un bosque de hayas, predominantemente, y en la parte superior de acebos. Al final discurre a cielo abierto.
Esta braña, a 1.070 mts. de altitud, tiene un refugio abierto, bastante bueno, pero que se encuentra un tanto sucio y mal tratado. Y un bebedero. Por lo demás, es una braña limpia y despejada, que a nosotros se nos presentó radiante. Nos ha tocado, quizás, uno de los mejores días del año para disfrutar de su entorno, ya que el cielo despejado, la luz especial del sol de invierno, una ligera y fresca brisa y el paisaje nevado, tanto de la Sierra de Peña Sagra, como del Alto Campóo, que se yergue, imponente, enfrente, han hecho que la subida nos resulte cómoda y el disfrute de la vista un verdadero placer. Dicen que el destino no tiene por qué ser lo más importante, sino que puede serlo el camino. Pero aquí, camino y destino pujaban, al unísono por serlo.
Seguir la pista, aunque tiene bastantes revueltas, no tiene pérdida, pues es la vía principal, y sobresale siempre sobre algunos desvíos que encontramos a ambos lados.
La comida la hicimos junto al Refugio de la Braña.
La vuelta, sin embargo, la hicimos por un camino despejado que, a media ladera, bordea el Tambuey, pasa por debajo de la Venta del Mostajo y el Refugio de la Venta Vieja (que ya conocemos por la marcha que hicimos desde Colsa). El camino es interrumpido por numerosos torrentes y arroyos, que este día llevaban bastante agua, pero cruzarlos no supuso especial dificultad. En general, todos los ríos acusaban el deshielo provocado por el viento Sur del día anterior y bajaban llenos, bravos y sonoros. Al llegar al último barranco, el más pronunciado, hay que poner la mayor atención, pues hay que atravesar el río para coger un camino que sube, enfrente, y que se ve, bien marcado, desde cualquier lugar de la ladera por la que bajamos. Si no se quiere bajar a pico, lo mejor es seguir cualquiera de los caminos que, en zigzag, bajan hasta encontrar los vados, que son varios.
Una vez cruzado el río, subimos por el mencionado camino, hasta llegar a una cuadrona, bastante nueva, pero totalmente abandonada. Pasando de largo, y a unos doscientos metros, encontramos una desviación, en perpendicular, a la izquierda, por la que bajamos, por camino marcado, unos tramos, y adivinándolo, otros, hasta que la pendiente se hace muy pronunciada y, casi a derecho, va a desembocar a la pista de subida, a unos cuatro kilómetros y medio del punto de partida, por la que desandamos el resto del camino.
En total, el circuito resulta algo largo, de más de 21 kms., pero variado y rico en sensaciones. Entre otras, las de ver varios grupos de hembras de venado cerca pastando o de paso a otros pastos. Todos coincidimos en que en primavera o verano el espectáculo será enorme.
Nada más empezar, cruzamos este puente
El camino invita a caminar ligero
El amplio bosque de hayas por el que iremos avanzando
El río Cambilla baja lleno y tumultuoso
Oportunidad de lucimiento que el fotógrafo no duda en aprovechar
Cualquier sitio es bueno para reponer fuerzas
Un impresionante Cuetu La Concilla empieza a llamar nuestra atención
El suave refrigerio y lo cómodo del camino se traducen en un alegre caminar
Avistamos, por primera vez, el camino que cogeremos de vuelta
En Braña La Espina el equipo, al completo
Iniciamos el regreso con Sobrecomillas y la Venta Vieja al fondo
Abandonamos la pista al llegar a la primera gran curva
Pero, pasando el primer arroyo, el camino estará seco
Los barrancos se suceden
Quietas! que sale el pajarito
Una buena perspectiva del camino que tenemos por delante
El camino que vemos enfrente, abajo, es el que tenemos que coger, al pasar el río
Y, hasta bruscamente
Reencontrados con la pista, desandamos los cuatro kilómetros que restan hasta llegar a El Paulinar
Quizá la marcha se nos hizo un poco larga, lo cierto es que cogimos los coches y, del tirón, contra nuestra costumbre, volvimos a casa.