Domingo 7 de marzo de 2009
Segundo intento para este circuito. Esta vez, el tiempo no acompañaba del todo, pero, al menos, permitía caminar sin lluvia y sin calores. Durante todo el trayecto no lució el sol para nosotros, aunque en algunos momentos las crestas de enfrente si aparecieron, en varios momentos, soleadas.
Dejamos los coches en La Vega, un barrio de Mirones, a la orilla del Río Miera. Vamos a rodear la Peña Yagos, una mole calcárea que cae a pico sobre el río, pero que por detrás es menos abrupta.
El circuito es corto, apenas siete kilómetros, si bien la subida inicial, de unos dos, es bastante exigente, 350 mts. de desnivel, con una pendiente del 16% de promedio. Pero, al ser una marcha corta, pudimos cogerlo con calma.
El itinerario marca un triángulo perfecto: subida, casi en línea recta hasta el Collado de la Sotilla, bajada, también casi en línea recta, por el Barranco del Recuvillu, y giro, en ángulo agudo, a la izquierda, para seguir el curso del Río Miera, de vuelta a la Vega, cerrando el triángulo.
Incidencias las mínimas. Un solo desvío a la derecha, casi en el alto, que hay que desechar. Abandonar el camino ancho, en lo alto del Collado, antes de una portilla, para comenzar la bajada, buscando las sendas del ganado y el camino que discurre por el fondo del barranco, en algunos tramos claramente marcado y, en otros, fácil de adivinar. Al final del barranco, teniendo como referencia la imponente peña con que termina el macizo, el camino a seguir es el que la bordea, por debajo, girando a la izquierda, y que nos llevará, al pie del macizo y sobre el cauce del Miera hasta el final del trayecto.
A poco más de las tres de la tarde ya estábamos en los coches. Y, como se nos hizo corto el menú, de postre, y viendo un indicador que teníamos enfrente, hicimos el camino fluvial que lleva hasta un puente del s. XVII, estilo romano y que, después, por la carretera, te devuelve al punto de partida. Total, un kilómetro más.
Este es el esquema de nuestro recorridoSegundo intento para este circuito. Esta vez, el tiempo no acompañaba del todo, pero, al menos, permitía caminar sin lluvia y sin calores. Durante todo el trayecto no lució el sol para nosotros, aunque en algunos momentos las crestas de enfrente si aparecieron, en varios momentos, soleadas.
Dejamos los coches en La Vega, un barrio de Mirones, a la orilla del Río Miera. Vamos a rodear la Peña Yagos, una mole calcárea que cae a pico sobre el río, pero que por detrás es menos abrupta.
El circuito es corto, apenas siete kilómetros, si bien la subida inicial, de unos dos, es bastante exigente, 350 mts. de desnivel, con una pendiente del 16% de promedio. Pero, al ser una marcha corta, pudimos cogerlo con calma.
El itinerario marca un triángulo perfecto: subida, casi en línea recta hasta el Collado de la Sotilla, bajada, también casi en línea recta, por el Barranco del Recuvillu, y giro, en ángulo agudo, a la izquierda, para seguir el curso del Río Miera, de vuelta a la Vega, cerrando el triángulo.
Incidencias las mínimas. Un solo desvío a la derecha, casi en el alto, que hay que desechar. Abandonar el camino ancho, en lo alto del Collado, antes de una portilla, para comenzar la bajada, buscando las sendas del ganado y el camino que discurre por el fondo del barranco, en algunos tramos claramente marcado y, en otros, fácil de adivinar. Al final del barranco, teniendo como referencia la imponente peña con que termina el macizo, el camino a seguir es el que la bordea, por debajo, girando a la izquierda, y que nos llevará, al pie del macizo y sobre el cauce del Miera hasta el final del trayecto.
A poco más de las tres de la tarde ya estábamos en los coches. Y, como se nos hizo corto el menú, de postre, y viendo un indicador que teníamos enfrente, hicimos el camino fluvial que lleva hasta un puente del s. XVII, estilo romano y que, después, por la carretera, te devuelve al punto de partida. Total, un kilómetro más.
De la pendiente da fe el hormigón del piso y sus canalizaciones para desaguar las avenidas
Enseguida cogemos altura y empezamos a dominar el paisaje. La Cantolla enfrente. Abajo Mirones
Buenas edificaciones abandonadas o en semiuso, por el declive del sector ganadero
Dejamos una desviación a la derecha...
Que nos llevaría a La Garma...
Y a La Mesa
El camino, recién ensanchado, nos acerca a La Mota Grande
Dejando, a la izquierda, La Mota, nos asomamos al Barranco del Recuvillu. Al fondo, Las Tetas de Liérganes y Picu Levante
A la derecha de La Mota, El Campanario
Antes de pasar la portilla, salimos de la pista para, por senderos ganaderos, bajar hacia el Barranco
Empezamos el descenso
Buscando los pasos más sencillos
Cruzado el barranco, seguimos por la ladera, por terreno abierto
Y nos encontramos esta espectacular cuadrilla de "segadores"
Descendemos al fondo del barranco
Y encontramos camino empedrado, a la otra orilla
Hasta llegar a la amenazante roca que pone fin al macizo de la Peña Yagos
A sus pies, no podemos dejar de mirar impresionados
Contra el presagio de algunos paisanos, el camino de Angustina a La Vega no está borrado
Siempre al pie de la Peña
Mortesante, a tiro de piedra, Río Miera y carretera mediantes
Si nos descuidamos, llegamos al final del trayecto sin comer
El camino ha bajado hasta el río y allí nos quedamos ensimismados, viendo las truchas saltar
La Vega está ahí. Y los coches. Y ¿quién vuelve a casa tan pronto?
Aceptamos la sugerencia y añadimos, relajados, un paseo más
El final del paseo
Parece un cuadro de tienda de muebles, pero es un paisaje real
De regreso definitivo, contemplamos la mole de la Peña Yagos que aparece tímidamente soleada
No sin antes haber parado a tomar unas claras con partida de futbolín incluida
La marcha la consideramos un descubrimiento más del Grupo y, de seguir así, vamos a tener que ir planteándonos el patentarlas