Sábado, 10 de abril de 2010
Salimos, como siempre, a las 9 horas del Sindicato. Como el trayecto de aproximación es corto (y no encontramos bar abierto), prescindimos del cafetucu de rigor.
El día es espléndido. Buen sol y suficiente airecillo para no sudar tanto.
La marcha comienza en San Andrés de Buelna, pasando, en Somahoz, el puente sobre el Besaya y un tunel bajo las vías del ferrocarril. Dejamos los coches y cogemos una pista que encontramos a la derecha.
Al principio, fuertes pendientes de pista hormigonada nos hacen coger altura rápidamente, de tal manera que, tras tres kilómetros de subida, nos plantamos en un collado que llaman Campo de la Cruz. Allí el Grupo de Montaña Orza de Los Corrales tiene un bonito y muy bien cuidado refugio que nos enseñan orgullosos. El Cuetu queda enfrente, y de aquí es de donde parte el camino para subir a su cima, situada a 603 mts. de altitud.
El camino está suficientemente marcado, pero puede confundirse con senderos de ganado, transitables, pero menos cómodos. En la cumbre, un bosquete de robles, hayas y acebos ofrecía una sombra que, en un día tan soleado, era una delicia. Y mirando hacia el Sur, Oeste y Este, las vistas son grandiosas: Alto Campóo, Obios, Navajos, Jano, Cildá, La Garmía… y, también, el Dobra. La verdad es que, con la luminosidad del día, cualquier vista resultaba hermosa.
Bajamos al Campo de la Cruz y seguimos la pista que traíamos en la subida para llegar, bajando un kilómetro, a la Ermita de San Román de Moroso donde comimos. Como nos sobraba tiempo y porque no pudimos resistir la tentación de gozar de la paz del lugar, aprovechamos para descansar, relajadamente, y resarcirnos de los agobios de otras marchas, donde lo largo del recorrido nos ha obligado a andar más ligeros.
De vuelta al Campo de la Cruz, cogimos un sendero que parte detrás del Refugio para, adentrándonos en bosque, bajar por la Canal de Las Tejeras, por cuyo fondo discurre un regato de aguas transparentes y suavemente sonoras, que tuvimos que vadear en ambos sentidos varias veces, hasta llegar, nuevamente, a nuestro punto de partida.
En total no han llegado a nueve los kilómetros recorridos, superando un desnivel de 500 mts., con un pendiente media del 11%.
Salimos, como siempre, a las 9 horas del Sindicato. Como el trayecto de aproximación es corto (y no encontramos bar abierto), prescindimos del cafetucu de rigor.
El día es espléndido. Buen sol y suficiente airecillo para no sudar tanto.
La marcha comienza en San Andrés de Buelna, pasando, en Somahoz, el puente sobre el Besaya y un tunel bajo las vías del ferrocarril. Dejamos los coches y cogemos una pista que encontramos a la derecha.
Al principio, fuertes pendientes de pista hormigonada nos hacen coger altura rápidamente, de tal manera que, tras tres kilómetros de subida, nos plantamos en un collado que llaman Campo de la Cruz. Allí el Grupo de Montaña Orza de Los Corrales tiene un bonito y muy bien cuidado refugio que nos enseñan orgullosos. El Cuetu queda enfrente, y de aquí es de donde parte el camino para subir a su cima, situada a 603 mts. de altitud.
El camino está suficientemente marcado, pero puede confundirse con senderos de ganado, transitables, pero menos cómodos. En la cumbre, un bosquete de robles, hayas y acebos ofrecía una sombra que, en un día tan soleado, era una delicia. Y mirando hacia el Sur, Oeste y Este, las vistas son grandiosas: Alto Campóo, Obios, Navajos, Jano, Cildá, La Garmía… y, también, el Dobra. La verdad es que, con la luminosidad del día, cualquier vista resultaba hermosa.
Bajamos al Campo de la Cruz y seguimos la pista que traíamos en la subida para llegar, bajando un kilómetro, a la Ermita de San Román de Moroso donde comimos. Como nos sobraba tiempo y porque no pudimos resistir la tentación de gozar de la paz del lugar, aprovechamos para descansar, relajadamente, y resarcirnos de los agobios de otras marchas, donde lo largo del recorrido nos ha obligado a andar más ligeros.
De vuelta al Campo de la Cruz, cogimos un sendero que parte detrás del Refugio para, adentrándonos en bosque, bajar por la Canal de Las Tejeras, por cuyo fondo discurre un regato de aguas transparentes y suavemente sonoras, que tuvimos que vadear en ambos sentidos varias veces, hasta llegar, nuevamente, a nuestro punto de partida.
En total no han llegado a nueve los kilómetros recorridos, superando un desnivel de 500 mts., con un pendiente media del 11%.
Esta es la localización de la zona
Y este el esquema de nuestro recorrido
El Cuetu Moroso, en el centro, visto desde el Pico Dobra
Cogemos la pista que se ve de frente
El sol de la mañana nos invita a caminar
A nada que cogemos altura, el Valle de Buelna se extiende a nuestros pies
Entre repecho y repecho siempre hay algún respiro
En el Campo de La Cruz, nuestro consabido tentempié
Enfrente, el Cuetu se nos ofrece retador, medio escondiendo el bosquete de su cima
El camino de ascenso arranca al pie de esta torre
Y está señalizado
Aunque es fácil confundirse, porque hay muchas sendas de ganado
A veces aparece tan marcado como en este tramo
No faltan señales de este tipo
En la cima, lo mismo se disfruta de una suave brisa, a la sombra
Que de amplias panorámicas: Alto Campóo, al fondo
Cuetu Navajos, Obios detrás y Jilguerucu, al fondo
Picos Jano y Ureño, protegiendo el embalse del Torina. Bostronizo en primer término y detrás el Valle de Iguña
El Alto de Cildá y La Espina del Gállego
...Y la Capía o Picu Dobra
Restos de un anillo defensivo del antiguo Castro Cántabro
Y vestigios de una trinchera más reciente (1936)
Descendiendo, siempre es más fácil distinguir el camino pues, desde arriba, no te lo tapan los matorrales
El letrero que indica la entrada hacia la Ermita
La de San Román no es una ermita cualquiera
La tentación que no podía con el ermitaño nos domina a nosotros
De Vuelta al Campo de la Cruz, la foto de familia, como está mandado.
El camino de bajada comienza detrás del Refugio
Pronto nos topamos con pozos de agua transparente
Y vados
Y más vados
Y más
Pequeñas cascadas, como ésta, nos acompañan todo el camino
Y llegamos a la "civilización"
Partimos por la derecha y volvemos por la izquierda
Y la marcha terminó con la aventura de Pedro, que contaremos en otra ocasión.