Domingo, 9 de Octubre de 2011.
Las dos veces anteriores en que hemos hecho este circuito, el tiempo no nos ha acompañado. La segunda vez acabamos mojados hasta los huesos. Teníamos pendiente, por tanto, encontrar un día favorable. Y este otoño nos lo trajo.
Todas las informaciones apuntaban a que no tendríamos lluvia. Pero, a la hora de partir, en Torrelavega, llovía ligeramente. De todas formas, tiene que haber algún premio para los perseverantes.
Al dejar los coches, pasada la Venta de Tajahierro, no llovía, pero sí teníamos niebla. Nuestra fe, no obstante, pudo con las dudas y emprendimos la marcha. Nuestra perseverancia fue, ciertamente, recompensada. A partir de las doce tuvimos un día grandioso.
Este circuito lo hacemos empezando en la parte más alta (Tajahierro), para tener salvado el mayor desnivel y, una vez alcanzado el Llano Castrillo, primero, y Los Cantos de La Borrica, después, los puntos más altos, todo lo demás es bajar hasta el Haya Cruzá, donde, previamente, hemos dejado uno de los coches. Con él recogeremos luego los demás.
Todo el camino, hasta Los Cantos, es por pista, la primera mitad muy tendida, con apenas un 3% de desnivel hasta el Reburdiajo, luego un descenso suave hasta Los Culeros para ascender, con algo más de pendiente hasta Llano Castrillo, a la altura de Campanario, desde donde se desciende, nuevamente, hasta el puente sobre el Río Saja. La subida más dura es, sin duda, desde este punto hasta el Collado de Sejos y Los Cantos de La Borrica.
Para descender por la canal del Hitón, zigzagueámos, por la margen izquierda del río, hasta encontrar un puente de madera, después de haber saltado algunos regatos. Atravesado el puente y pasando a la margen derecha, cogemos un sendero que, adentrándose en el bosque, nos encamina, dirección Norte, hacia el encuentro, en Trambusríus, del Saja y el Infierno, desde donde recorremos el tramo final, hasta el Haya Cruzá.
Mientras el sendero discurre con poco desnivel, el río, sin embargo, baja más bruscamente, lo que hace que, para encontrarse río y sendero, éste, en su tramo final, tenga que salvar la diferencia de altura con una serie de revueltas (contamos hasta diez) hasta encontrarse en el puente del mencionado Trambusríus.
Sorprende lo accidentado del terreno, en esta zona, y la cantidad de barrancos, arroyos y ríos que en él se forman.
Nuestro recorrido total alcanzó los veinte kilómetros, pero los recorrimos gustosos.
Las dos veces anteriores en que hemos hecho este circuito, el tiempo no nos ha acompañado. La segunda vez acabamos mojados hasta los huesos. Teníamos pendiente, por tanto, encontrar un día favorable. Y este otoño nos lo trajo.
Todas las informaciones apuntaban a que no tendríamos lluvia. Pero, a la hora de partir, en Torrelavega, llovía ligeramente. De todas formas, tiene que haber algún premio para los perseverantes.
Al dejar los coches, pasada la Venta de Tajahierro, no llovía, pero sí teníamos niebla. Nuestra fe, no obstante, pudo con las dudas y emprendimos la marcha. Nuestra perseverancia fue, ciertamente, recompensada. A partir de las doce tuvimos un día grandioso.
Este circuito lo hacemos empezando en la parte más alta (Tajahierro), para tener salvado el mayor desnivel y, una vez alcanzado el Llano Castrillo, primero, y Los Cantos de La Borrica, después, los puntos más altos, todo lo demás es bajar hasta el Haya Cruzá, donde, previamente, hemos dejado uno de los coches. Con él recogeremos luego los demás.
Todo el camino, hasta Los Cantos, es por pista, la primera mitad muy tendida, con apenas un 3% de desnivel hasta el Reburdiajo, luego un descenso suave hasta Los Culeros para ascender, con algo más de pendiente hasta Llano Castrillo, a la altura de Campanario, desde donde se desciende, nuevamente, hasta el puente sobre el Río Saja. La subida más dura es, sin duda, desde este punto hasta el Collado de Sejos y Los Cantos de La Borrica.
Para descender por la canal del Hitón, zigzagueámos, por la margen izquierda del río, hasta encontrar un puente de madera, después de haber saltado algunos regatos. Atravesado el puente y pasando a la margen derecha, cogemos un sendero que, adentrándose en el bosque, nos encamina, dirección Norte, hacia el encuentro, en Trambusríus, del Saja y el Infierno, desde donde recorremos el tramo final, hasta el Haya Cruzá.
Mientras el sendero discurre con poco desnivel, el río, sin embargo, baja más bruscamente, lo que hace que, para encontrarse río y sendero, éste, en su tramo final, tenga que salvar la diferencia de altura con una serie de revueltas (contamos hasta diez) hasta encontrarse en el puente del mencionado Trambusríus.
Sorprende lo accidentado del terreno, en esta zona, y la cantidad de barrancos, arroyos y ríos que en él se forman.
Nuestro recorrido total alcanzó los veinte kilómetros, pero los recorrimos gustosos.
Esta es la localización de la zona
Por momentos, parecía que todo iba a peor
Sin embargo, poco a poco empezó a clarear
Nuestra recompensa parecía estar cerca
Y llegó. Al fondo, el Picu Cordel y el Iján nos dan la bienvenida
Subiendo hacia Llano Castrillo y Campanario el cielo, cada vez, es más azul
Algunas nieblas, enganchadas en los barrancos, se resisten y quieren escondernos el Cuetu Iján
La Caseta de Campanario aún no se ha desperezado porque aún no la calienta el sol
El vaho, trabado en las laderas, brota con el calor
El primer puente sobre El Saja, a pocos metros de su nacimiento
Hacia la costa, las nubes tardan más en desaparecer. Abajo, el ganado pasta tranquilo
El último tramo, antes de llegar a Los Cantos, la pendiente más dura de nuestro recorrido
Los Cantos. Está claro el nombre. Pero ¿y lo de "La Borrica"?
El refugio (dicen que es semiprivado) estaba ocupado, pero posar junto a él es obligado
Para comer, cualquier sitio es bueno en un día como éste, y mejor con el Cordel y el Iján al fondo
O con La Concilla en todo su esplendor
Descendemos rápido, en busca del puente de madera
Aunque no es el único paso al otro lado, lógicamente, el puente es el mejor
Ya sobre el sendero, paramos para reagruparnos
El entorno ahora es completamente distinto: sombra, vegetación exuberante, humedad en el piso...
Una imagen que hay que plasmar obligatoriamente: Los Molinucos del Diablo
Seguimos por la margen derecha, pero han empezado las revueltas de bajada a Entrambusrríus
Y después de unos cuantos giros, pasado el puente, encaramos el tramo final que, todos confesamos, se nos hizo muy largo. Llevábamos mucho caminar en nuestras piernas