Grupo de Senderismo del SUC.
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Nota.

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martes, 25 de mayo de 2010

Circuito: TUDANCA - CIDAD DE EBRO - VALLEJO - TUDANCA

Sábado, 22 de Mayo de 2010

La primera vez que hicimos este recorrido fue allá por Noviembre de 2006. En aquella ocasión, el grupo fue el más numeroso de cuantas marchas hemos hecho: 26 personas. En ésta nos hemos juntado dieciséis. Está claro que la marcha tiene su atractivo, que anima a la gente, y que justifica el largo viaje de aproximación que hay que hacer en coche.

Como la vez anterior, hemos contado con un día espléndido, despejado, sin una nube. Así que las abundantes sombras que encontramos por el camino fueron siempre bien recibidas.

El itinerario parte de un pueblo llamado Tudanca, que nada tiene que ver con el Tudanca de Cantabria. Éste se encuentra en la provincia de Burgos, en el valle de Zamanzas, al Sur del valle de Manzanedo.

Para llegar hasta Tudanca, hay que coger la carretera N – 623 y, en el kilómetro 66 aproximadamente, en dirección Burgos-Santander, salir por una desviación, a la derecha, dirección Gallejones. Nosotros como traíamos dirección Santander-Burgos, la desviación era a la izquierda.

Una vez en Tudanca, dejamos los coches y comenzamos el circuito, primero por la margen derecha hasta llegar al siguiente pueblo: Cidad de Ebro. Antes, a medio camino, hay que ascender por unos tornos, única forma de superar una gran roca que cae en vertical sobre el río. En Cidad pasamos el puente y cogemos, a la izquierda, una carretera que va a Vallejo. Una de las alternativas es seguir la carretera, llegar al pueblo y coger una pista que nos encamina a la senda que, por la margen izquierda, nos conducirá hasta Tudanca. La otra, la que seguimos en esta ocasión es, a poco más de cien metros, salirse de la carretera, a la izquierda, y seguir un camino que bordea el río, llano, por campo abierto o entre árboles, hasta llegar a una deslumbrante vega (que acababan de segar), en uno de cuyos extremos parte la pista que nos encamina a Vallejo y en la que encontraremos la mencionada senda de regreso a Tudanca. En algún tramo, en zonas de sombra, a la orilla del río, antes de llegar a la vega, la abundancia de barro nos obligó a apartarnos momentáneamente del camino, teniendo que bordearlo ladera arriba, hasta encontrarlo de nuevo. Como se verá, el terreno es muy accidentado y abrupto.

La parte más espectacular del circuito es precisamente la senda mencionada que, en su mayor parte, discurre a bastante altura del cauce del río, asomándose, en algunos momentos, en enormes cortados verticales sobre él. En ella hay un punto clave, un paso a través de una roca horadada, que marcamos con un asterísco, y en el que nos hicimos la obligada foto para el recuerdo.

Volver a Tudanca, en una tarde de sol, junto al remanso donde el río se ensancha, y protegidos por la sombra de un generoso aliso, con una animada conversación y refrescados con el agua limpia de la fuente del pueblo… era como para parar el reloj.

Pero, tuvimos que arrancar, de vuelta, juramentándonos que volveríamos.

Esta es la localización de la zona

Ésta la carretera de acceso a Tudanca

Y este el esquema de nuestro recorrido

La partida siempre es animosa. Y si uno se descuida un poco, tiene que apretar el paso para no quedar descolgado

Tanto el camino de ida como el de vuelta están apenas separados por el tajo que hace el río. Por eso, a la ida, contemplábamos enfrente y cerca el que sería nuestro camino de vuelta

Empezamos a ascender los tornos para salvar la gran roca que cae sobre el río

Al coger altura, a cualquier parte que mires, las vistas son grandiosas

Encaramados sobre la roca, indicadores nos hablan de direcciones y de distancias

A ras del río, las vistas son más bucólicas

Acercándonos a Cidad, el cielo se abre y el camino desemboca en una amplia vega

Cidad, bonito pueblo, buenas casas, restauradas por el retorno de los hijos pródigos que emigraron pero que no reniegan de sus raíces

A la orilla del río, junto al puente, reponemos fuerzas

Reanudamos la marcha, cruzando sobre el Ebro, nuestro compañero de viaje toda la jornada

Apenas andados cien metros, desde el cruce, dejamos la carretera para seguir camino junto al río

Todo llano, por prados y entre árboles, caminamos desinhibidamente

Sólo en un pequeño tramo tuvimos que trepar, para sortear una zona embarrada, justo donde la ladera nos empujaba hacia el río.

Todas las tribus tienen su lugar de reunión, frecuentemente bajo un árbol singular

A la vuelta de la peña bajo la que se retuerce el río, asomamos a esta espléndida vega

Al fondo de la misma, parte una pista que va subiendo, en dirección a Vallejo y en la que encontraremos la desviación que nos llevará de regreso a Tudanca

Nos queda un tercio del recorrido y reposamos tranquilamente para reponer fuerzas

Por encima de los árboles que nos daban sombra, lo que veíamos era algo como esto

Para seguir la senda de regreso, buscamos este rústico indicador

Enfrente, la peña que tuvimos que sortear, remontándola, por detrás, trepando por los tornos

Por una inclinada ladera discurre el camino, entre bosque y claros, donde nos detenemos para contemplar el paisaje

Este punto es mítico y merece una imagen para el recuerdo

Hábilmente, el camino va sorteando los obstáculos, poniendo a prueba nuestra habilidad para seguirlo

Desde esta parte se observan algunos tramos de los tornos con claridad

El camino ha bajado hasta el río y nos encontramos a dos pasos del final del circuito

El Ebro se ensancha plácidamente y Tudanca lo observa a escondidas

Muy a pesar nuestro, llegamos al final, porque, ciertamente, el día ha sido una gloria

Imposible dejar de disfrutar del paisaje, mirando para donde mires

Sin prisas, en amena cháchara, alguien dijo: "Con crisis como ésta, que vengan las que quieran"

Volveremos, amigo Ebro, ¡volveremos!