Grupo de Senderismo del SUC.
Asociación federada a la Federación Cántabra de Montañismo y Escalada
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Nota.

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martes, 2 de noviembre de 2010

Circuito: SIERRA DE LA MATANZA Y CUENCA DEL RÍO LLERANA


Domingo, 31 de Octubre de 2010

Seguimos topando con el mal tiempo en los fines de semana. Eso y el cambio de horario ha podido influir en que la participación del grupo haya sido escasa. Pero, como dice Pedro, lo importante es mantener viva la matriz, el núcleo del grupo. Los demás podrán ir y venir, pero siempre les facilitará tener a alguien de referencia.

El Alto de La Cruz, la Sierra de La Matanza, el Alto de Estranguada, El Salau y cerrar el círculo, por los altos, de la cuenca del Río Llerana, era nuestro objetivo. Y lo cumplimos.

Como la semana anterior, el día se presentaba apacible, con buena temperatura, sin sol y sin grandes nubarrones que nos espantasen. Y así comenzamos la marcha, desde el Alto de La Cruz, entre Esles y Llerana.

Toda la subida hasta el Alto de Estranguada lo hacíamos por carretera de montaña que, en los últimos tramos, está reparada, recién asfaltada. A pesar de que no nos gusta el asfalto, la subida resulta cómoda y bonita.
A media subida, como la semana pasada, empezó a hacer su presencia la lluvia, suave e intermitente, por lo que, al final de la jornada, terminamos algo mojados. Lo malo de estas circunstancias es que no apetece pararse mucho y disfrutar de la charla y camaradería.

Llegamos a La Estranguada, cruce de caminos, asomándonos a La Esquenta y Las Enguinzas, Porracolina, al fondo, y el Picón del Fraile entre nube y nube.

Y, junto al Alto, El Salao, cuya singularidad, más que la roca, en sí misma, es que aflore donde aflora, en un paisaje más bien dominado por suaves lomas cubiertas de pasto.

A partir de ahí, desechamos la carretera de bajada directa a Coterillo y optamos por seguir un sendero que, a media ladera, unos tramos, o remontando alguno de los cuetus, nos iba llevando, por la línea de cumbre, hasta llegar a zona de repoblación de pinos y un cortafuegos, por el que descendimos hasta Llerana, y de ahí, otra vez por carretera, hasta el Alto de La Cruz, cerrando, así, el circuito.

La distancia total recorrida sobrepasa los catorce kilómetros. Y el desnivel a salvar es de unos 350 mts. a un 6% de pendiente.


Esta es la localización de la zona

Y este el esquema de nuestro recorrido

En el Alto de La Cruz empezamos los preparativos.

El origen del nombre del Alto parece claro. Aquí mismo arranca la subida.

A poco que ascendemos, se nos abre, a lo lejos, el Valle de Cayón

Día gris. Pero se agradecía al andar.

A lo lejos, divisamos el objetivo de nuestra ascensión

La típicas cabañas pasiegas o merachas llegan hasta aquí

Una visión completa del tramo final de la subida

Con el arreglo del último tramo de carretera, hasta se han marcado construir un mirador

Este asfaltado se ve que es reciente

En la Estranguada, se nos abre el panorama, asomando Porracolina, al fondo


Cabaña, finca y cerradura se repiten constantemente

El Salau. Por debajo parte una carretera que baja directa hasta Coterillo

Nosotros optamos por seguir un sendero que parte entre las peñas

Que sigue a media ladera

Desde la cabecera de la cuenca nos asomamos al Valle de Llerana

Bordeamos el Alto del Mazo

Y llegamos a un cruce de caminos, donde se nos ofrece, nuevamente dirigirnos a Las Enguinzas

Pero nuestro camino seguía rodeando el Valle, por la cumbre, en dirección al Alto de La Tejada

Cuando cogemos algo más de altura, divisamos Los Picones de Sopeña, al fondo, recordando que, tan sólo hace una semana, se nos resistieron

Los de "Cuarto Milenio" seguro que aquí descubrirían "algo insólito e inexplicable"

Cogemos el cortafuegos, como casi todos, muy pindio y desagradable para andar. Al fondo vemos, casi en el centro, El Caballar y, detrás, cómo no! La Capía

Casi terminamos el recorrido sin haber parado a comer

Antes de terminar el cortafuegos, cogemos un camino más cómodo para bajar a Llerana

Cruzamos el puente y, siguiendo de frente, salvamos el último repecho hasta el Alto de La Cruz

Cerrado el circuito, nos cambiamos de ropa y volvemos, sin ganas, siquiera, de parar en el camino, como es nuestra costumbre