Domingo, 18 de Setiembre de 2011.
Recorrer la Sierra del Escudo de Cabuérniga era una asignatura pendiente desde que, hace algunos años, en una “descontrolada” expedición y en unas condiciones climatológicas extremas, tuvimos que desistir a mitad de recorrido, variando el plan inicialmente previsto.
No resultó ser éste el día más apropiado para intentarlo, pero lo teníamos programado y, como diría “Dora la exploradora”: lo hicimos.
Nuestro plan, como en todas las marchas que no son circulares, consistía en dejar un coche en el punto de llegada para recoger, después, los que dejaríamos en el punto de partida. Dejamos un coche en Santa Lucía y seguimos con los demás hasta el Soplao, desde donde íbamos a arrancar.
El día amenazaba con todo: lluvia, viento, niebla, pero… también preveía la aparición de claros. Con la esperanza de que, al fin, el día levantara, iniciamos la marcha bajo la lluvia, soportamos el viento, chapoteamos mucho agua en el terreno, tuvimos que andar con mucho cuidado por lo resbaladizo de las piedras, y apenas vimos el sol sobre nuestras cabezas. Llegamos a Santa Lucía anochecido.
Sólo en el arranque pueden surgir dudas sobre el itinerario. Lo mejor, visto lo visto, es seguir todo el tiempo posible por pista, hasta llegar al pie de La Gándara, desechando los atajos. Una vez ahí, el camino consiste en cumbrear, entre brañas y rocas, sin un sendero marcado, pero siempre teniendo como referencia el estacado que separa los términos municipales y que discurre por toda la cumbre. Llegando al final de la Sierra, bajando, a la izquierda, en seguida te encuentras con una red de pistas que van a parar a Santibáñez y Santa Lucía.
En nuestro caso, buscar un sitio al socaire o donde asubiar para descansar fue difícil. Pero esta Sierra en condiciones normales de visibilidad y de sol, es una pasada por las panorámicas que ofrece.
La distancia total a recorrer alcanza los 18 kms. y el principal desnivel a salvar, desde el Collado del Taladro hasta la Gándara, es de unos 350 mts. Luego, todo lo demás es cumbrear, con subidas y bajadas continuas.
Esta es la localización de la zona
Y este el esquema de nuestro recorrido (en dos partes)
Fieles a nuestra programación, nos preparamos para emprender la marcha, a pesar de la climatología
Abandonamos el Soplao y caminamos con determinación
El rostro de Maxi denota incertidumbre sobre lo que nos pueda deparar el día
Poco a poco, empezamos a disfrutar del panorama. Al fondo la Sierra de Peña Sagra
Frente a nosotros, La Gándara, punto de arranque de la Sierra del Escudo
Al fondo la Sierra. A nuestros pies barro, mucho barro
Descendemos al Collado del Taladro para acometer las revueltas de la ascensión a La Gándara
El cielo, entre plomizo y panza de burro, oscurece el ambiente
La pista de ascensión a La Gándara es de buen piso y cómoda de transitar
Aunque el sitio no es muy acogedor, reponer fuerzas es obligado
Nunca falta la camaradería y el buen humor
Mirando atrás, distinguimos los Picos de Ozalba y, más al fondo, la Sierra de Arria
Las frecuentes junqueras denotan la abundante presencia de agua en el piso
Superada La Biércola, el estacado de delimitación de los términos municipales es nuestra referencia continua
Uno de los pocos asubiaderos que encontramos para poder descansar y comer apresuradamente
Porque, inmediatamente, el temporal de agua y viento vuelve a hacer acto de presencia
Hemos dejado atrás El Castillo y vamos cumpliendo ya con la mitad de la ruta
Aunque el viento y las nubes vienen de aquella dirección, esperamos que también venga algún claro
Del que, a ratos, disfrutan San Pedro y Carmona
Y del que parece que podamos disfrutar nosotros
Este punto intermedio del recorrido ofrece las alternativas de bajar a Ruente o, por el contrario, a San Vicente del Monte