Domigo, 27 de Mayo de 2012.
Nuestro reencuentro con el Monte Canales venía marcado por la necesidad de disfrutar de este paraje en su apogeo, en una primavera como la de estos últimos días, ya que la vez anterior que caminamos por él, fue en los primeros días de un Enero de 2010, y el panorama era muy distinto.
Como novedades, en este intento, introducíamos la intención de culminar la ruta con la ascensión a la Peña Arcenal y llevar a cabo el retorno por el mismo Monte Canales, pero atravesando el bosque por la falda de la Peña, por su cara oriental. Si a estas novedades añadimos que disfrutamos de un día luminoso, espléndido, todo resultó redondo.
Dejamos los coches en Silió, al final del pueblo, desde donde arranca una carretera que da servicio a las distintas viviendas, cuadras y cabañas de la zona, y de la que parte un ramal que comunica el Valle de Iguña con el de Pas, por Sel de La Carrera.
Después de pasar dos puentes y una portilla canadiense, cogiendo una desviación, a la derecha, el camino baja hasta el río, pasando a su ribera izquierda (según descienden las aguas) por un tercer puente. Hay que seguir por la pista principal, desechando los desvíos que surgen a nuestra derecha, hasta llegar a un refugio para personas y ganado que se encuentra junto a un cuarto puente que nos lleva a la ribera opuesta. Pero no es ésta la última vez que cambiamos de orilla, sino que un quinto puente nos vuelve a situar a la orilla izquierda, según desciende el río. Poco después encontraremos un indicador que nos señala la dirección a seguir para remontar el bosque.
A partir de ahí, el paisaje cambia, a medida que coges altura, alternando claros, bosque y brañas y algún pequeño vado sobre los arroyos que vierten sus aguas al río principal, el que nos ha acompañado todo el camino, el río Erecia, afluente del Besaya.
Llegando a la parte alta del cordal, el paisaje se abre definitivamente, apareciendo ante nuestros ojos la Peña Arcenal, una roca muy airosa que separa la cuenca del Erecia de la del Besaya.
Al pie de la Peña, el grupo se divide, esperando una parte a que el resto ascienda a la cumbre y baje para comer todos juntos.
La vuelta la teníamos planeada, un poco a la aventura, pues no habíamos visto información alguna que nos confirmase que se podía bajar atravesando el bosque. Pero para nuestro contento, pudimos comprobar que el descenso era sencillo y muy atractivo, como suele ser siempre el tránsito por los bosques de especies caducifolias: suelo limpio de bardas y escajos y con alfombra de hojarasca.
Por esta vía fuimos a salir al camino principal por el que habíamos subido a la ida, completando el circuito con los últimos kilómetros hasta llegar nuevamente a Silió.
El total de la distancia recorrida se acerca a los 16 kms., salvando un desnivel de de 650 mts. aproximadamente.
Esta es la localización de la zona
Nada más salir del pueblo cruzamos el primer puente
El día se presenta muy apetecible
Cruzamos el segundo puente
Y la portilla canadiense
Cogemos la desviación a la derecha que nos bajará nuevamente hasta el río
Pasamos el tercer puente, llevando, ahora, el río a nuestra izquierda
El cuarto puente...
... está junto a este refugio
Aprovechamos unas grandes piedras, junto al camino, que nos sirven de asiento y mesa
Reanudada la marcha, cruzamos el último puente encontrado en nuestro recorrido
Reanudada la marcha, cruzamos el último puente encontrado en nuestro recorrido
El río baja caudaloso entre frondosos robles y hayas
La flecha nos indica la desviación para adentrarnos en el Monte propiamente dicho
Por un camino más sunuoso avanzamos por el bosque
A medida que cogemos altura, transitamos por algunos claros
Vadeamos algún arroyo
Y vamos saltando de braña en braña
Hasta llegar a esta caseta construida junto a un antiguo refugio
En medio de esta braña, una fuente y bebedero hacen nuestras delicias
La Peña Arcenal emerge, en medio de los pastizales
Arriba de la Peña estas yeguas dan fe de que el camino de ascenso es fácilmente transitable
La cumbre está formada por esta curiosa disposición de piedras que se diría hayan sido colocadas así por la mano del hombre
El pico Ureño y el Pico Jano
Las últimas nieves de Alto Campóo cierran la línea del horizonte
"Aquí estamos, porque hemos venido"
Nuestro "rebeco" particular no pierde oportunidad para saltar de roca en roca
Reanudada la marcha, nos adentramos en lo desconocido, aunque no parece que "represente ninguna amenaza", sino todo lo contrario
Por el bosque, el descenso es rápido, sin necesidad de seguir ningún sendero determinado, siempre descendiendo, hasta topar con una pista forestal
Donde encontramos caprichos como éste
Buenos ejemplares de hayas y suelo limpio y alfombrado
Y algún claro en esta parte de bosque de galería
La "reina" de nuestro grupo, descansa jadeante
De vuelta ya al camino principal de la ida, regresamos ligeros
Esta imagen condensa toda la belleza que encierran parajes como el Monte Canales y tantos otros dispersos por nuestra Cantabria
No hay comentarios:
Publicar un comentario