Domingo, 2 de Mayo de 2010
Partimos, como siempre, a las 9 h. del sindicato. Hemos escogido esta marcha de relax, para reponernos de el ajetreado día anterior. No nos importa que el tiempo este inseguro. Nos importa eliminar toxinas.
Accedemos hasta La Gándara, cogiendo una desviación, a la derecha, en la antigua carretera a Cabezón, a la altura del paso sobre la FEVE de Ontoria, que lleva hasta Bustablao, pero dejándola antes en dirección a Toporias. En una curva cerrada, antes de llegar a El Llano y Cobijón, nos situamos en La Gándara, junto a antiguas dependencias de la mina, donde dejamos los coches. De aquí partía la antigua vía del ferrocarril minero, cuyos raíles han sido arrancados, pero no así las traviesas (algunas afloran con los clavos de sujeción del raíl salientes).
Hay vestigios de que las minas de Udías fueron ya explotadas en tiempos de los romanos. Pero, lo que se dice industrialmente, no lo fueron hasta mediados del s.XIX, primero por capital francés y luego belga, la tan conocida en esta zona de Cantabria Real Compañía Asturiana de Minas, explotación que duró hasta 1932. La ruta está marcada por los restos de distinta índole de aquella actividad minera.
En el trayecto, hay que atravesar dos túneles, cavados en la roca, y zonas que la vegetación ha convertido en túneles naturales, muy agradables para transitar bajo ellos en días de sol. No era ese nuestro caso. Día muy nublado, chispeando en algunos momentos, baja temperatura, pero apacible para caminar.
El trayecto es, casi todo, en horizontal, con algunas bajadas en el entorno del Hoyo Madroño y que luego hay que recuperar, pero siempre manteniéndose en el entorno de los 200 mts. de altitud que hay en el punto de inicio. Recorrimos una distancia de 11 kilómetros. A la 1,30 h. ya estábamos de vuelta, incluyendo el cafetucu y la parada de tentempié de rigor.
Partimos, como decimos, de las Casas de La Mina, seguimos el antiguo trazado del ferrocarril, atravesamos los dos túneles, y llegamos al Pozo Peñamontero, lugar en el que tomamos un pequeño refrigerio y nos imaginamos la vida de los mineros de aquellos años. Seguimos por la pista forestal que sigue la misma dirección y, con ella damos la vuelta a todo el Hoyo del Madroño, hasta llegar a una bifurcación que nos llevaría a rodear el Hoyo Pilurgo. Nosotros optamos por seguir rodeando el Madroño y, con ello, volvemos al Pozo, desde donde, nuevamente, por el trazado del ferrocarril, volvemos hasta La Gándara, donde habíamos dejado los coches.
A la vista de que en el Bar de este barrio había demasiado “personal”, preferimos coger los coches y buscar un sitio donde comer, más tranquilo, lugar que encontramos en un espacio de descanso que hay camino de La Hayuela. De aquí, dirección Comillas, nos desviamos a la derecha, pasado Canales, para ir al barrio de La Iglesia, de Ruiloba, donde terminamos con el consabido cafetucu (este día no apetecían las claras de rigor).
Partimos, como siempre, a las 9 h. del sindicato. Hemos escogido esta marcha de relax, para reponernos de el ajetreado día anterior. No nos importa que el tiempo este inseguro. Nos importa eliminar toxinas.
Accedemos hasta La Gándara, cogiendo una desviación, a la derecha, en la antigua carretera a Cabezón, a la altura del paso sobre la FEVE de Ontoria, que lleva hasta Bustablao, pero dejándola antes en dirección a Toporias. En una curva cerrada, antes de llegar a El Llano y Cobijón, nos situamos en La Gándara, junto a antiguas dependencias de la mina, donde dejamos los coches. De aquí partía la antigua vía del ferrocarril minero, cuyos raíles han sido arrancados, pero no así las traviesas (algunas afloran con los clavos de sujeción del raíl salientes).
Hay vestigios de que las minas de Udías fueron ya explotadas en tiempos de los romanos. Pero, lo que se dice industrialmente, no lo fueron hasta mediados del s.XIX, primero por capital francés y luego belga, la tan conocida en esta zona de Cantabria Real Compañía Asturiana de Minas, explotación que duró hasta 1932. La ruta está marcada por los restos de distinta índole de aquella actividad minera.
En el trayecto, hay que atravesar dos túneles, cavados en la roca, y zonas que la vegetación ha convertido en túneles naturales, muy agradables para transitar bajo ellos en días de sol. No era ese nuestro caso. Día muy nublado, chispeando en algunos momentos, baja temperatura, pero apacible para caminar.
El trayecto es, casi todo, en horizontal, con algunas bajadas en el entorno del Hoyo Madroño y que luego hay que recuperar, pero siempre manteniéndose en el entorno de los 200 mts. de altitud que hay en el punto de inicio. Recorrimos una distancia de 11 kilómetros. A la 1,30 h. ya estábamos de vuelta, incluyendo el cafetucu y la parada de tentempié de rigor.
Partimos, como decimos, de las Casas de La Mina, seguimos el antiguo trazado del ferrocarril, atravesamos los dos túneles, y llegamos al Pozo Peñamontero, lugar en el que tomamos un pequeño refrigerio y nos imaginamos la vida de los mineros de aquellos años. Seguimos por la pista forestal que sigue la misma dirección y, con ella damos la vuelta a todo el Hoyo del Madroño, hasta llegar a una bifurcación que nos llevaría a rodear el Hoyo Pilurgo. Nosotros optamos por seguir rodeando el Madroño y, con ello, volvemos al Pozo, desde donde, nuevamente, por el trazado del ferrocarril, volvemos hasta La Gándara, donde habíamos dejado los coches.
A la vista de que en el Bar de este barrio había demasiado “personal”, preferimos coger los coches y buscar un sitio donde comer, más tranquilo, lugar que encontramos en un espacio de descanso que hay camino de La Hayuela. De aquí, dirección Comillas, nos desviamos a la derecha, pasado Canales, para ir al barrio de La Iglesia, de Ruiloba, donde terminamos con el consabido cafetucu (este día no apetecían las claras de rigor).
Esta es la localización de la zona de Udías
Y este el esquema de nuestro recorrido
Aquí arranca el trazado del antiguo ferrocarril, junto a algunos viejos edificios de la mina
En muchos tramos la vegetación se cierra hasta formar verdaderos túneles
Cruzamos el puente sobre otro ramal de tren que viene de otra de las minas
En los días grises, los verdes cogen un brillo especial
Buscamos las linternas para adentrarnos en el túnel
Parte del trazado tuvo que abrirse con dinamita
En otras partes, buscando el nivel más fácil de la ladera
Ya no se sabe si el túnel es verde o escavado en la roca
El segundo túnel es recto y casi no hace falta linterna
A lo largo del trazado, muchas traviesas emergen, enseñando los clavos con los que es fácil tropezar
Como pobres urbanitas que somos, todo nos sorprende
Llegamos a un punto mítico: El Pozo de Hoyo Madroño o de Peña Montero
Reponemos fuerzas, rumiando aires mineros, junto a la boca del pozo, debidamente sellada
Seguimos en la dirección que traíamos, ahora por pista forestal, dejando el Pozo a la derecha
Como todas las pistas de los eucaliptales, la suciedad y el abandono saltan a la vista
La niebla da un tinte de misterio al paisaje
Las desviaciones siempre a favor de rodear el Hoyo
Porque adentrarse en su tupida vegetación debe ser harto costoso
¿Qué pintan estos aparentes frutos en un roble? Lo tendremos que investigar
Seguimos rodeando, aunque parezca que volvemos al mismo sitio (y es así)
Acabaremos pasando por encima del segundo túnel y volveremos a divisar la torre del Pozo
Cincuenta metros antes de llegar a la torre, cortamos en perpendicular, bajando a la izquierda
Alcanzado el trazado del tren, lo cogemos en dirección izquierda para desandar el camino inicial
Por terreno conocido, sólo nos ayudamos del flash para caminar ligeros
El estilo de algunas edificaciones denotan la presencia extranjera en la propiedad y explotación mineras
Como antiguas viviendas de ingenieros
Huyendo de "aglomeraciones", encontramos un lugar tranquilo para comer, camino de la Hayuela
Y, después, otro rincón también tranquilo y señorial para tomar la arrancada: Ruiloba,
Y, con las mismas... hasta el fin de semana siguiente.