Sábado, 10 de julio de 2010
Una marcha brava. Por lo mítico de la montaña, por su altitud (2001 mts.), por el entorno, por la luminosidad del día, por las panorámicas, por el calor. Por todo. No nos podemos quejar.
Partimos desde Caloca, uno de los pueblos más altos de Cantabria. Ganábamos en altura antes de comenzar la marcha. No obstante, el desnivel es de 1.000 mts.
Al principio por pista, hasta unos invernales. Después, por los “praos”, como nos dijeron al salir del pueblo. En realidad, hay camino, pero los propietarios de las fincas colindantes los han cerrado. La senda hay que buscarla entre dos arroyos, la Riega del Sago y La Riega. Mirando atrás vemos la Peña Cigal, erguida, y vamos dejando, a nuestra derecha La Camponuera, el Picu Corcina, y llegamos a Valdebarro, una llanura húmeda, al pie de las Collaíllas, dejando éstas a nuestra derecha. Una de las alternativas es girar bruscamente a la derecha, para llegar a ese collado, y otra, la que escogimos nosotros, subir, como quien dice, a derecho, hasta la fuente donde nace una de las riegas. Desde aquí, y tomando como referencia la estacada divisoria de términos, unas veces por camino más o menos zigzagueante, otras buscándose cada uno la vida, por donde mejor le parecía, y siempre subiendo, llegamos a la cumbre, para alcanzar el paroxismo. Ya subiendo, el panorama, por el Este y el Norte se iba descubriendo solo. La llegada a la cumbre nos aportó las vistas del Sur y Oeste: Curavacas, Peña Prieta, Coriscao… El cielo no estaba del todo limpio, había algunas nubes sueltas, pero dominaba el azul y el sol nos castigaba “amigablemente”.
Comida en un saliente, bajo la cumbre, y bajada.
Aunque hubo cierto desmadre en el grupo, algunos exploramos otro camino distinto del de la subida: la alternativa por encima de Las Collaíllas. El camino discurre, casi horizontal, por la falda del Corcina, hasta encontrarse con otro que llega, desde el Norte, a la Collada de Camponuera y desciende hasta el valle. En este punto, giramos a la derecha y descendemos, siguiendo el nuevo camino, hasta llegar a un rellano, un prao, donde lo dejamos, y buscamos descender más directamente, hasta llegar a La Riega, la cruzamos y volvemos a los praos de la subida. Desde aquí, el resto del camino de vuelta es el que seguimos a la subida.
En total, el recorrido, sobrepasa ligeramente los diez kilómetros.
Esta es la localización de la zona
Una marcha brava. Por lo mítico de la montaña, por su altitud (2001 mts.), por el entorno, por la luminosidad del día, por las panorámicas, por el calor. Por todo. No nos podemos quejar.
Partimos desde Caloca, uno de los pueblos más altos de Cantabria. Ganábamos en altura antes de comenzar la marcha. No obstante, el desnivel es de 1.000 mts.
Al principio por pista, hasta unos invernales. Después, por los “praos”, como nos dijeron al salir del pueblo. En realidad, hay camino, pero los propietarios de las fincas colindantes los han cerrado. La senda hay que buscarla entre dos arroyos, la Riega del Sago y La Riega. Mirando atrás vemos la Peña Cigal, erguida, y vamos dejando, a nuestra derecha La Camponuera, el Picu Corcina, y llegamos a Valdebarro, una llanura húmeda, al pie de las Collaíllas, dejando éstas a nuestra derecha. Una de las alternativas es girar bruscamente a la derecha, para llegar a ese collado, y otra, la que escogimos nosotros, subir, como quien dice, a derecho, hasta la fuente donde nace una de las riegas. Desde aquí, y tomando como referencia la estacada divisoria de términos, unas veces por camino más o menos zigzagueante, otras buscándose cada uno la vida, por donde mejor le parecía, y siempre subiendo, llegamos a la cumbre, para alcanzar el paroxismo. Ya subiendo, el panorama, por el Este y el Norte se iba descubriendo solo. La llegada a la cumbre nos aportó las vistas del Sur y Oeste: Curavacas, Peña Prieta, Coriscao… El cielo no estaba del todo limpio, había algunas nubes sueltas, pero dominaba el azul y el sol nos castigaba “amigablemente”.
Comida en un saliente, bajo la cumbre, y bajada.
Aunque hubo cierto desmadre en el grupo, algunos exploramos otro camino distinto del de la subida: la alternativa por encima de Las Collaíllas. El camino discurre, casi horizontal, por la falda del Corcina, hasta encontrarse con otro que llega, desde el Norte, a la Collada de Camponuera y desciende hasta el valle. En este punto, giramos a la derecha y descendemos, siguiendo el nuevo camino, hasta llegar a un rellano, un prao, donde lo dejamos, y buscamos descender más directamente, hasta llegar a La Riega, la cruzamos y volvemos a los praos de la subida. Desde aquí, el resto del camino de vuelta es el que seguimos a la subida.
En total, el recorrido, sobrepasa ligeramente los diez kilómetros.
Esta es la localización de la zona
En Caloca, cogemos una pista que nace al final del pueblo
Como dudando, por el sol que hacía, nos entretuvimos un poco en la fuente que queda al final del pueblo
La Peña Cigal asoma imponente por encima de La Cuesta de Caloca
Camponuera vamos dejando atrás, a la derecha. En estos invernales termina la pista
Cogemos el camino de la derecha, para adentrarnos en los "praos"
Atravesamos un poco de bosque, cuya sombra agradecemos
No sabríamos decir a qué arbusto pertenecen, pero estos colores violeta nos cautivaron
Como gente respetuosa, caminamos en fila india, para no pisar la hierba, aún sin segar
Buscamos la sombra en el mismo cauce del arroyo, para descansar un poco y reponer fuerzas
Seguimos por los "praos"
Pasamos bajo Las Collaíllas. El Picu Corcina al fondo
Miramos atrás para ver el camino recorrido desde Caloca y contemplar los praos por donde subimos
A medida que subimos, el panorama se va ensanchando
La humedad del suelo ofrece espectáculos como éste. Estamos ya en la falda del Bistruey
Cogemos los tramos de camino existentes, hasta que se borran y cada uno debe buscarse la vida
La Peña Dobres, el Valle de Cereceda, el Picu Jano, y los Picos, al fondo
En la cumbre, a 2001 mts.
Toca, lo primero, dar satisfacción al cuerpo
Y después, serenar el espíritu
Bajamos trotando, como los becerros cuando los sueltan al bebedero
Llegando a Las Collaíllas, unos tiraron a la derecha, y otros seguimos por detrás
Contemplamos el panorama, antes de concentrarnos en el descenso
Desde Las Collaíllas, pasando al pie del Corcina
Antes de alejarnos del todo, volvemos la vista atrás. El perfil de ladera del Bistruey muestra la dureza de la subida
Buscando el fondo del valle para reencontrarnos con los praos que nos llevarán a Caloca
Divisando al fondo nuestra meta, sólo nos queda apresurarnos para meter los pies en el pilón de la fuente del pueblo
De Caloca al Bistruey y vuelta, una marcha brava, de verdad.